A lo que parece, la petición al organismo internacional no es mero capricho ni “fobia a la diversidad”. Hablamos sobre el tema con Linda Blade, cofundadora de SWS:
— ¿Qué problemas implicaría aceptar a mujeres transexuales en las competencias femeninas?
— Las mujeres
trans son hombres, por eso es injusto, ilógico y carente de ética. Un
estudio publicado el 12 de mayo pasado (“Mujeres transexuales en categorías deportivas femeninas: ¿La supresión de la testosterona suprime la ventaja en el rendimiento deportivo del hombre?”, de un equipo del Karolinska y la Universidad de Manchester), muestra que los hombres tienen una ventaja sobre las atletas de entre un 10% y un 50%, según del deporte del que se trate. ¡Es una ventaja mayor que la del
doping!
— ¿Por qué el organismo deportivo decidió cambiar las reglas?
— El COI no ha aportado otro argumento para explicar su prisa por modificarlas que no sea este, ya presente en el Consenso de 2015: “Desde el Consenso de Estocolmo de 2003 sobre la reasignación de sexo en el deporte, ha habido un creciente reconocimiento de la importancia de la autonomía de la identidad de género en la sociedad, como lo reflejan muchas leyes en varias partes del mundo”.
Pero esta prisa por ser “inclusivos” no es característica del COI. Es un misterio. A partir de los documentos citados, se puede sospechar que la decisión tuvo más que ver con ciertos códigos de derechos humanos en Europa que con cualquier principio biológico. Es realmente sorprendente que el COI tome tal decisión sin investigar en profundidad, sin consultas. Si consideramos que se tomó 84 años (de 1900 a 1984) para “permitir” que las mujeres corrieran el maratón, uno pensaría que sus miembros se tomarían al menos unos pocos años para determinar si las atletas podían ser colocadas en posición de desventaja o en peligro, al autorizar a hombres que se declaran mujeres a participar en competencias femeninas.
El COI, al rincón de pensar
— El Karolinska Institute demostró recientemente que las mujeres trans ganan más masa muscular y resistencia que las mujeres biológicas. ¿Le parece que esto pueda tomarse en cuenta para modificar nuevamente las reglas?
— En el Documento de Consenso, de 2015, artículo 1 G, referido a “Líneas de actuación sobre transexuales”, se estipula que dichas normas “son un texto vivo y serán sujetos a revisión a la luz de cualquier desarrollo científico o médico”. Con esta declaración, el COI se garantiza una “puerta de escape” en caso de promulgar una decisión perjudicial. Y claramente, tanto la investigación del Karolinska como la otra mencionada ofrecen razones de peso para replantearse este asunto.
El COI puede y debe aprovechar la oportunidad y suspender las normas de 2015, de cara a los Juegos de Tokyo. Debe hacer un esfuerzo mayor y consultar con expertos en deporte femenino, como parte de un cuidadoso proceso para hallar una solución a la participación de los atletas trans e intersexuales, porque es insultante que el Comité utilice la categoría femenina como un “cajón de sastre”.
Para asegurar la justicia según el principio de la “ausencia de ventaja competitiva”, la categoría masculina debería ser la que sirviera como “categoría abierta”, mientras que la femenina debería restringirse para, únicamente, las personas biológicamente femeninas.
Las mujeres “trans” conservan la ventaja en fuerza muscular propia de los hombres
— ¿Ha conversado sobre este tema con mujeres atletas? ¿Cuál es la opinión dominante?
— Como presidenta de una asociación atlética, y como preparadora de cientos de atletas, desde la base a la élite, durante 30 años, puedo asegurarle que están preocupadas. Sí, he hablado con muchas. Los atletas varones piensan que todo esto es injusto, pero ellas tienen temor por dos razones: una, tienen miedo a hablar y que el COI las sancione, y dos, temen que se les obligue a competir contra cuerpos masculinos.
Además de ellas, también muchos funcionarios y entrenadores tienen reservas para expresar sus opiniones. En Canadá es posible que hacer la pregunta equivocada sobre la identidad de un atleta en una competición sea penalizado por la ley. Si ellos renuncian, dirigir el deporte se volverá difícil. Todos los atletas, mujeres y hombres, sufrirán las consecuencias. Te digo más: incluso los padres de chicas atletas me dicen que quitarán a sus hijas del deporte si no aseguramos las categorías por sexo.
El COI no ha se ha dado cuenta del efecto que sus normas de 2015 están teniendo en todo el sistema deportivo, desde la base hasta la élite. Espero que encuentren la sabiduría y el sentido común antes de que sea demasiado tarde.
“No tenemos oportunidad de ganar”
Hay quejas en Canadá y en otros lugares. Las voces contra la participación de transexuales en pruebas femeninas van desde las de deportistas de élite, como la extenista Martina Navratilova, las corredoras Dame Kelly Holmes y Paula Radcliffe, y la nadadora Sharron Davies, hasta las de un grupo de adolescentes norteamericanas que han llevado su caso a los tribunales.
A raíz de la decisión de la Interscholastic Athletic Conference de Connecticut (CIAC) de permitir a atletas trans participar en pruebas femeninas, desde 2017 dos transexuales han ganado 15 campeonatos de pista que antes habían sido conquistados por 10 muchachas.
Por tal motivo, tres corredoras, alumnas de enseñanza secundaria, han presentado una demanda contra la organización deportiva por infringir el Título IX de la Ley de Derechos Civiles, que estipula que nadie puede ser sujeto a discriminación por su sexo en ninguna actividad o programa financiado con fondos federales.
Una de las jóvenes, Selina Soule, dijo al
Wall Street Journal que la política de la CIAC es “frustrante y decepcionante, porque todas nosotras entrenamos muy duro para restarle solo unas fracciones de segundo a nuestros tiempos, y esos atletas pueden hacerlo con la mitad del trabajo que hacemos (…). No tenemos oportunidad de ganar”.
“Las chicas no deben quedar reducidas a ser espectadoras de sus propios deportes –afirma por su parte la asesora jurídica Christiana Holcomb, de Alliance Defending Freedom, que apoya a las jóvenes atletas–. Permitir a los varones competir en categorías femeninas no es justo y perjudica las oportunidades de las deportistas. Los hombres siempre tendrán ventajas físicas inherentes sobre mujeres con aptitudes y entrenamiento similar. Las creencias de un hombre sobre su género no eliminan esas ventajas”.